Nuestra Señora del Rosario ha salido en diferentes pasos a lo largo de su historia, uno de los más conocidos es el conocido como el “paso del gallinero”, que podemos ver en la fotografía que adjuntamos en este artículo. Tan solo conocíamos por referencias de personas como Juan Martínez Alcalde, que lo conoció en el extinto Museo de las Cofradías del Hospital de los Venerables, o de otras personas que llegaron a conocerlo, como el que fuera número 1 de la corporación Rafael Martínez Vallejo (quien ocupó cargos en las juntas de gobierno tanto de la Archicofradía de las Siete Palabras, como en la Hermandad Sacramental y en la Hermandad del Rosario cuando las tres eran independientes y más tarde cuando se fusionaron entre sí) nos daban referencia de este paso, aunque sin podernos ofrecen imagen del mismo.
Al fin, hace algunos años, logramos contemplar este paso que la Virgen utilizó hasta 1953, fecha en que dejó de salir y cuyo paradero se ignora.
La fotografía nos muestra el paso dispuesto para salir, seguramente en su fecha tradicional del 1 de noviembre, dado que las jarras centrales llevan crisantemos, flor típica de ese día.
Lo que más llama la atención del paso indudablemente son sus enormes respiraderos, que llegaban al suelo, motivo por el que era conocido como el gallinero. La única referencia que hallamos a los mismos data de unas cuentas del ejercicio 1905-1906 (con la signatura del Archivo de la Hermandad de las Siete Palabras en su sección 5, número 3.1.8.) por “aumento de los respiraderos, limpieza de los suyos y andas nuevas” por valor de 400 pesetas. Desconocemos si tal “aumento de los respiraderos” tiene que ver con lo que contemplamos al adicionarle nuevas piezas, pero esa “limpieza de los suyos” demuestra que en todo caso fue una intervención sobre una obra preexistente, aunque el “aumento” nos pudiese llevar a una ampliación de su tamaño, pudo también tratarse de la ejecución de alguno de los paños (el trasero, por ejemplo), en una obra ejecutada por fases, dado que en el archivo hay grandes lagunas en cuanto a la documentación de la Hermandad del Rosario. A título de ejemplo baste citar que las anteriores cuentas datan de 1874 a 1892, y que en cuanto a las actas hay un salto de 1871 a 1923, siendo igualmente dispersos los comprobantes de gastos que pudiesen aclararnos más datos al respecto.
Con anterioridad hay alguna referencia al paso de la Virgen en la peana, ejecutada por Juan José Villarrica Hurtado de Mendoza en 1814, que es la que vemos en la fotografía y aún se conserva en buen estado y sigue utilizándose; y consta también la realización de unas parihuelas y peana anteriores en 1778 que dudamos mucho puedan corresponder con las de la fotografía. Ese paso bien pudo ser el que dorase José Alcerreca en 1858, pues aparece un recibo cosido a las cuentas de ese año por el indicado artífice “por la compostura del paso (sic)” que en las cuentas se identifica como “Recibo número 5 del Dorador” (Archivo de la Hermandad de las Siete Palabras. Sección 5. 3.1.4.). No hay más referencia al paso en la documentación que conserva la hermandad, pero nos parece bastante probable que los respiraderos tan característicos se ejecutasen a principios del siglo XX, o quizás en los finales del siglo precedente.
Entrando de lleno en la descripción del paso, llama la atención el gallinero que lo hacía tan peculiar, formado por respiraderos de madera tallada que cubrían todo el perímetro de las andas. Al interior los costaleros accedían por una puerta practicada en un lateral o en la trasera, y aunque pudiese parecer claustrofóbico, por el hecho de no existir faldones que levantar, al menos la ventilación y la luz exterior debía ser mayor que la que cualquier paso pueda tener en la actualidad, con la salvedad de que la salida solía hacerse el 1 de noviembre, en que la temperatura suele ser agradable.
El trabajo de talla del respiradero que vemos era ciertamente admirable. Enmarcado por molduras lisas y con maniguetas (no demasiado usuales en los pasos de gloria), ocupaba el centro una gran cartela con el escudo de la hermandad, abundando en la decoración las veneras y siendo ciertamente amplios los huecos dejados para la ventilación de los costaleros. Llama también la atención la poca altura que tenían las andas. Como no tenemos noticia gráfica del paso en la calle no podemos saber si los pies sobresalían mucho por la parte inferior o si la cuadrilla contratada debía ser la de menos tamaño que se encontrase, puesto que la altura del tablero del paso no se nos antoja más allá del metro y medio sobre el suelo.
Dignos de resaltar son también los airosos candelabros de guardabrisas de las esquinas, de tan solo cuatro brazos pero enrevesado desarrollo, a partir de una gruesa base en forma de jarra.
La peana como dijimos es la actual, bien conocida por los cofrades, que tiene una gemela que actualmente utiliza la Virgen de la Alegría. De grandes dimensiones, cuatro patas y una base central en forma de palma, se encuadra en un estilo neoclásico de elegantes formas lisas, teniendo cuatro ménsulas en las patas donde en la actualidad se suelen colocar jarras con flores, y en las históricas fotografías se ubicaban unos candelabros que nos parecen igualmente de madera tallada y dorada, igualmente con cuatro luces cada uno a modo de mecheros para iluminar más directamente a la Virgen.
Ocho candeleros, de diversa procedencia completaban la iluminación de las andas, colocados ante la Señora, yendo en esa parte del paso cuatro jarras llevando los aludidos crisantemos en las centrales y otras florecillas que no logramos identificar. El exorno florar se completaba con guirnaldas de flores contrahechas enroscadas en los candelabros, una costumbre perdida hoy en día pero no extraña en el pasado como hemos visto en otras fotografías históricas.
En cuanto a la imagen de la Virgen se observan pocos cambios. Luce su ropaje realizado por Manuel María Ariza en 1863, y el juego de orfebrería de José de Guzmán entre 1778 y 1779, que afortunadamente conserva y podemos admirar cada año cuando sale en procesión la imagen.
Sí hay algo que ya no existe y es la nube de ángeles en la que se asienta la imagen, como otras muchas Vírgenes letíficas hacen, y que las presentan a modo de rompimiento de gloria para el espectador, aparte de elevarlas más dándoles más esbeltez en el paso.
Con respecto a la fotografía podemos señalar otros detalles como es la ubicación. A la izquierda aparece la ojiva de la capilla del Rosario, en la que hoy en día reciben culto las imágenes de la Hermandad de las Penas, tras serle cedida en 1945, ya que la Virgen del Rosario presidía entonces la capilla sacramental desde 1884.
Al fondo aparece un altar neoclásico con una imagen de San José, que luego estuvo en un lateral del presbítero y en la última restauración del templo de 1995-2001 fue suprimido. En la actualidad el sitio lo ocupa el relieve del Descendimiento que previamente se situaba junto a la puerta de la capilla, en lo que sería el lateral derecho del paso, y cuyo banco se vislumbra en la fotografía. La parroquia de San Vicente tuvo unas obras de restauración, con colocación de nueva solería en 1950 y la fotografía tiene que corresponder a antes de la misma con toda certeza, pues no tiene el suelo ajedrezado que luego se le colocó.
Rafael Jiménez Sampedro
Artículo publicado en el Boletín de las Cofradías de Sevilla, nº 609, de noviembre de 2009