El nuevo retablo de la capilla de las Siete Palabras

Cuando se bendecía el pasado 25 de mayo de este año 2023, el retablo donde se veneran públicamente las imágenes del Santísimo Cristo de las Siete Palabras, María Santísima de los Remedios y San Juan Evangelista, se ponía fin a la provisionalidad de la ubicación de las mismas en su capilla que durante los últimos doce años se había producido. En 28 de octubre de 2016 un cabildo general aprobaba el proyecto de reforma y enriquecimiento del recinto que ha comenzado por el retablo principal de la misma. Ahora repasamos la historia de las capillas y altares que han tenido nuestros titulares hasta el momento.

La primitiva capilla en el convento del Carmen

Aunque, como es conocido, la hermandad es el producto de sucesivas fusiones entre varias de las más antiguas corporaciones de la feligresía, nos vamos a referir en este caso solo a la más conocida, la que da nombre popularmente a la corporación por ser la que tiene carácter penitencial, cuyos titulares son los que ahora tienen un nuevo retablo.

En 1582 la Hermandad de la Cabeza adquirió unos terrenos, en los que hasta entonces había un corralejo dividido del compás del convento del Carmen, donde se fundó, por una pared, junto a terrenos del propio compás para labrar capilla anexa al convento, mediante escritura otorgada por la comunidad carmelita el 1 de agosto. La capilla debió estar ya construida en 1583, debido a la donación de una imagen de la Virgen.

En 1868 se produjo la revolución conocida como La Gloriosa, y la Junta Revolucionaria se incautó de la capilla, junto a la iglesia del convento, obligando a la hermandad a buscar una sede para sus imágenes, aunque la capilla se conserva, si bien la bóveda se ha derribado, la puerta cegado y abierto cuatro ventanas, al haberse dividido en dos plantas mediante un forjado.

Reconstrucción idealizada de la capilla de la hermandad en el convento del Carmen

Traslado a San Vicente

Obligada a trasladarse a San Vicente, colocó sus imágenes en dos capillas, la de la Virgen de los Remedios, al comienzo de la nave del evangelio, y otra en el pasillo de tránsito a la sacristía y utilizó el cuarto contiguo como sala de juntas. La capilla principal es de construcción medieval, cuando la hermandad se trasladó a la misma se reformó, ampliando el arco principal para ubicar en él al misterio y abrir una ventana en el muro exterior que da a la plaza de Doña Teresa Enríquez. Tiene una falsa cúpula de yeso que se apea sobre trompas y un camarín principal que se abre por un gran arco de medio punto. En ella se colocaron las imágenes del Cristo de las Siete Palabras, la Virgen de los Remedios (la identidad de advocación con la de la capilla es meramente casual, pese a que existe la teoría de que allí pudo originarse la hermandad) y San Juan Evangelista y en su exorno se consiguió un altar que perteneció a la desaparecida Virgen de la Piedad de la parroquia de San Miguel, suprimida también en 1868, que se encontraba en la parroquia de San Lorenzo sin colocarse, tras haber tenido que devolver a su dueño y que procedía de la iglesia de San Francisco de Paula, altar que se le concedió a la hermandad por el Ayuntamiento. Para cerrar el recinto se construyó una reja realizada por Fernando Malpica en 1870, la cual se remataba con el JHS que, aunque por entonces no era el escudo de la hermandad, sí llevaban los nazarenos en su antifaz.

Altar de insignias colocado en 1933, foto más antigua existente de la capilla, en la que se aprecia el estado primitivo de la cúpula, con decoración, que se perdería al reconstruirse tras su hundimiento en 1936.
Fotografía: Archivo de la hermandad.

La otra fue convertida de secretaría y mayordomía, al abrirse una puerta a la plaza de Doña Teresa Enríquez y cegarse la que daba al pasillo de la sacristía en 1960. Esta se le concedió en uso y posesión por la parroquia el 15 de junio de 1881. En la actualidad este espacio se dedica a la priostía de la hermandad.

La capilla principal se hundió debido a un temporal el 24 de enero de 1936 y se reedificó inaugurándose en 16 de julio de 1939. La cúpula originalmente presentaba una decoración a base de sencillos dibujos a juego con el de los altares, que tras su reconstrucción no se reprodujeron. Además, tenía una linterna que no se rehízo tras el hundimiento, situándose en su lugar una vidriera con el escudo de la hermandad pintada por Tomás Boutin Soria.

La decoración consistía en sencillos altares neoclásicos. El principal decoraba el gran arco donde se ubicaba el conjunto escultórico citado, con una estructura muy sencilla destacando dos grandes columnas laterales y rematado en un frontón partido todo pintado de blanco, salvo algunos adornos y molduras doradas. De las mismas características, pero mucho más sencillos en decoración eran los laterales. El del muro izquierdo tenía en su banco tres tablas pictóricas procedentes de la propia capilla, la central representando a San Esteban y las dos laterales a la Virgen de la Anunciación y al arcángel San Gabriel. En el de la derecha la tabla central representa a la Divina Pastora y las flanqueaban las de San Jerónimo y Santas Justa y Rufina. En los muros, otras tablas, con bellos marcos tallados y dorados se colocaban a los lados de ambos retablos laterales representando a San Sebastián, San Roque, San Juan Bautista y San Nicolás de Bari.

 

Vidriera colocada en el centro de la cúpula tras la restauración de la misma, sustituyendo a la primitiva linterna.
Fotografía: Archivo de la hermandad.

Estado de la capilla entre 1952 y 1956. En la fotografía se aprecian los tres altares existentes.
Fotografía: Archivo de la hermandad.

En los retablos laterales recibieron culto en principio las imágenes de la Virgen de la Cabeza (lado derecho) y el Sagrado Corazón de Jesús (lado izquierdo), aunque cuando se realizó la imagen dolorosa de la Virgen de la Cabeza esta se colocó en su lugar.

En este estado permaneció la capilla hasta el año 1974, cuando tuvo lugar otra reforma al reponerse la cúpula, a la que se suprimió la vidriera, labor realizada por Francisco Granados Martín, mientras se la dotó de un zócalo de mármol rosado de Casa Rovayo, trabajos ejecutados por la constructora Manuel Rojas Pérez, S.A. En esta reforma se suprimió el banco del altar principal, ubicándose las imágenes de la Virgen de los Remedios y San Juan en sendos pedestales blancos, mientras la cruz del Cristo de las Siete Palabras podía verse completa.

La restauración de la parroquia

En 1994 se decretó el cierre de la parroquia de San Vicente, aquejada por múltiples desperfectos, procedentes en su mayoría del mal estado de las cubiertas.

Tras siete años de obras, paralizadas durante la mayor parte del tiempo por la quiebra de la constructora adjudicataria de los trabajos, el proyecto, debido al estudio de arquitectura de los hermanos Arrieta, hizo una reforma completa en la capilla, eliminando todas las molduras y columnas de la hornacina principal, así como los dos altares laterales para devolver al culto un recinto con paredes lisas sin ninguna decoración, con pintura de color tierra -tal vez evocando el color de los primitivos ladrillos- y con zócalo de mármol, practicándose una hornacina cuadrangular en el muro de la izquierda en el que recibiría culto la imagen de dolor de la Virgen de la Cabeza y en el de la derecha se colocaron la tabla de Pedro Villegas Marmolejo (s. XVI) que presidiría primitivamente la capilla (y que antes del cierre del templo estaba en la sala capitular de la hermandad), junto a los cuadros de su antiguo altar, que no son otros sino los que decoraban la capilla en los bancos de los altares laterales y sus muros (a excepción de los de San Esteban y la Divina Pastora, que se conservan en dependencias de la hermandad), en la disposición ideal en que debieron estar originalmente, aunque sin más soporte que las uniera.

Izquierda: La última reforma de la capilla previa al cierre de la parroquia contempló la supresión del banco del altar principal, junto a otras intervenciones. Fotografía: Archivo de la hermandad.
Derecha: La restauración del templo en 1994-2001 devolvió a la capilla desprovista de retablos, y con el arco principal notablemente estrechado. Fotografía: Rafael Alcázar Otero.

En 2002 este grupo pictórico fue restaurado mediante un convenio de la hermandad con la Facultad de Bellas Artes de la Universidad de Sevilla por un equipo dirigido por el profesor Juan Abad Gutiérrez, a excepción del cuadro principal.

Las imágenes del Cristo de las Siete Palabras, la Virgen de los Remedios y San Juan Evangelista permanecieron en el camarín principal, cuyo arco había sido notablemente estrechado, colocando la hermandad un banco forrado de terciopelo burdeos para cerrarlo, mientras el fondo de la hornacina se cubría por un cortinaje del mismo color, tal como estaba antes de la restauración del templo.

En 2007 el restaurador Pedro Manzano Beltrán intervino sobre la imagen del Cristo de las Siete Palabras y aconsejó la separación del soporte de la cruz del muro externo del camarín, que da a la plaza de Doña Teresa Enríquez, dado que transmitía humedades, pese a la aún cercana restauración del templo que, al parecer, no atajó ese problema; procediéndose a colocar una nueva sujeción metálica que la distanciaba unos centímetros.

Sin embargo, en 2010 tuvo que volver a intervenir en la talla, detectando un ataque por el hongo de la pudrición parda, que afecta a imágenes en condiciones de mucha humedad, lo cual evidenvciaba la persistencia del problema y lo peligroso que resultaba mantenerlas en la hornacina, especialmente la imagen del Santísimo Cristo de las Siete Palabras, que al ser imagen de talla completa está más expuesta que las de vestir.

Desde entonces el grupo escultórico se colocó ante el arco del camarín para evitar las condiciones perjudiciales del mismo, situación de provisionalidad en que se encuentran hasta ahora. La cercanía de las dos dolorosas, separadas por escasos centímetros hizo aconsejable el traslado de la Virgen de la Cabeza a uno de los altares laterales de la capilla sacramental, por lo que se colocó a la talla del Corazón de Jesús en la hornacina del muro izquierdo.

Desde 2010, por consejo del restaurador Pedro Manzano, el grupo escultórico principal se sacó del camarín para evitar las humedades que sufría, quedando en esa situación
Fotografía: Rafael Alcázar Otero.

El proyecto de nuevo retablo y enriquecimiento de la capilla

Corría el año 2016, y la situación de provisionalidad se mantenía sin que se previese acabar con ella cuando un par de hermanos se propusieron concluir con ella. Conscientes de que esa situación no debía prolongarse más en el tiempo, viendo ya seis años a sus titulares en un lugar que no reunía las condiciones mínimas para que se venerasen dignamente, encargaron un bosquejo inicial de retablo para presentarlo a la junta de gobierno. Entre las tres opciones que se barajaron estaban la de construir un retablo alrededor del arco, tal como el suprimido en la restauración del templo, acondicionando el camarín para que las imágenes no sufriesen las inclemencias de la humedad, un dosel para las imágenes, que pudiese también utilizarse para sus cultos solemnes, o cubrir el testero y el propio arco con un retablo. Contactaron con el diseñador Javier Sánchez de los Reyes que recomendó esta última actuación, realizando el indicado primer diseño para que la junta de gobierno decidiese si se continuaba con uno ya más detallado. Tras aprobarse acometer el retablo, se le pidió un diseño que incluía otras actuaciones sobre el recinto, tales como retablos laterales y un zócalo de azulejos.

Proyecto de reforma y enriquecimiento de la capilla

Este fue llevado a cabildo general el 28 de octubre de 2016, como queda dicho, aprobándose por amplia mayoría, e iniciándose entonces los trabajos.

El retablo principal funciona como eje axial y de simetría, pues situado en el paramento del frente de la capilla, divide y separa los retablos situados en los otros dos muros de la capilla que se entonan en estilo renacentista-manierista (último tercio s. XVI). Por su envergadura ha sido el primero en realizarse.

En la actual hornacina abierta en el muro, el proyecto contempla situar a la Virgen de la Cabeza de gloria, aunque la ocupase la dolorosa de la misma advocación, se desestima dicha posibilidad al intentar dotar al recinto de una coherencia iconográfica y no querer situar dos imágenes de la dolorosa prácticamente tocándose.

Y es que, al prescindir el retablo del hueco o camarín y plantearse el retablo con el calvario en el muro frontal de la capilla, queda menos espacio entre dicho retablo y las imágenes situadas en él y la hornacina abierta en el muro, de ahí que, de situar a la dolorosa de la Cabeza en dicha hornacina, prácticamente se tocarían su manto y el de la Virgen de los Remedios.

Para revestir esta hornacina lateral con la Virgen de la Cabeza, se pretende crear una ornamentación y un enmarcamiento al estilo cronológico de dicha talla, del último tercio del s. XVI.

Bosquejo inicial de retablo principal para la capilla, de Javier Sánchez de los Reyes

En el muro frontero, se sitúa un retablo que trata de recrear y agrupar el primitivo que contenía las pinturas de Pedro Villegas Marmolejo que actualmente están en dicho muro. Se articulan así dichas pinturas facilitando su lectura y comprensión histórica, creando una arquitectura y una retablística muy simple que sirva a este fin, y además, contribuya en cierta medida a revestir y ennoblecer la capilla.

Por todo el perímetro de la capilla se diseña un zócalo cerámico, que la articule y de sensación de unidad. Inspirado en los modelos de la cerámica de Hernando de Valladares (finales del s. XVI-principios del XVII), que revisten varias capillas de iglesias sevillanas, contempla seis cartelas donde figurarían, en latín, seis de las siete palabras que pronunció Cristo en la Cruz, misterio titular de la cofradía y que le da nombre y denominación. La palabra restante figuraría en una cartela sobre el retablo que alberga al Crucificado y la Dolorosa, por ser la más descriptiva y acorde con el momento representado, Mulier, Ecce filius tuus (Mujer aquí tienes a tu hijo).

En otras cartelas más pequeñas, figurarían cartelas con atributos de la Pasión. El zócalo, pues, ubica y da sentido a la capilla como sede de la cofradía y su advocación y naturaleza pasionista como razón de ser.

El retablo principal

El autor del proyecto señala que San Vicente es un templo con notables obras de arte de gran antigüedad, por lo tanto el primer condicionante del proyecto ha sido intentar fusionarlo con el recinto y lograr un cierto aire antiguo e histórico, acorde con el carácter de la hermandad. El segundo condicionante en orden de importancia, ha sido el empeño de realzar sobre todo la figura del crucificado en un retablo que no podía tener (por las medidas de la capilla) demasiada altura y por lo tanto tampoco demasiada envergadura ni desarrollo, para no agobiar visualmente el recinto, que cuenta además con otro altar lateral y una serie de pinturas en el otro muro lateral de gran valía. Además, tampoco se ha querido despistar la visión ni enmascarar la estructura arquitectónica mudéjar de dicha capilla.

Conclusión y resumen

Con la creación de estas obras se pretende revestir la capilla de la Hermandad de las Siete Palabras de un ambiente y decoración propia de una cofradía de penitencia y acorde con un templo histórico como es la parroquia de San Vicente. Al mismo tiempo se pretende darle una unidad y coherencia iconográfica, dedicándola al misterio de las Siete Palabras de Cristo en la Cruz, presentes mediante sus inscripciones evangélicas y la representación escultórica del misterio.

Se trata de un historicismo, al recrear estilos históricos del pasado, creyendo que es lo más adecuado para una cofradía y un gusto cofradiero, sin entrar en rebuscamientos barrocos ni decadencia decorativa. Cuando el tiempo matice el dorado de los retablos, se fundirá todo con el rico contexto artístico de la iglesia de San Vicente.

El proceso

El retablo se ha ejecutado en algo menos de siete años, teniendo en cuenta las disponibilidades económicas de la hermandad, y la situación vivida durante la pandemia. Se ha financiado mediante cuotas extraordinarias voluntarias a razón de 10 euros anuales, que han sido pagadas por la mayoría de hermanos y de su ejecución se ha encargado el taller de talla y dorado de Daniel Sánchez Vázquez, en Isla Cristina (Huelva), quien realizaba de esta manera su primera obra para las hermandades sevillanas.

Se comenzó por la parte más baja, la mesa o banco, que se bendijo el 28 de octubre de 2018, y que ya daba una idea de la magnitud de la obra. Las imágenes, que hasta entonces descansaban en una mesa rectilínea recubierta de terciopelo rojo se colocaban sobre este banco donde su separación realzaba el conjunto aunque aún se estaba lejos de figurarse el resultado final.

Un año más tarde, el 16 de octubre de 2019 se concluyó la segunda fase, consistente en las peanas de la Virgen de los Remedios y San Juan Evangelista, la base de la cruz del Cristo de las Siete Palabras y el zócalo de fondo. Si bien quedaba la parte superior, ya las imágenes presentaban la altura definitiva en la que iban a permanecer a la veneración de los fieles desde entonces y el conjunto iba cada vez adquiriendo mayor belleza.

La tercera fase se demoró hasta marzo de 2021. No hace falta mencionar las circunstancias que vivió la humanidad el año anterior y que influyeron tan negativamente en todas las actividades. En esta fase se colocaron las dos hornacinas de las imágenes de la Virgen de los Remedios y San Juan Evangelista y paralelamente se realizó una estructura para sustentar y poder sacar y meter a la imagen del Cristo de las Siete Palabras en el retablo.

Primera fase del nuevo retablo, el banco, de octubre de 2018
Segunda fase, peanas, base de la cruz y zócalo, de octubre de 2019
Tercera fase, hornacinas de la Virgen y San Juan, de marzo de 2021
El retablo con la estructura metálica para posibilitar la colocación de la imagen del Cristo
Fotografías: Rafael Alcázar Otero.

Tanto en su primitiva ubicación en el interior del camarín, como en la que tenía desde 2010 dos hermanos se subían a sendas escaleras apoyadas en la pared para sostener los brazos de la cruz, mientras otros sacaban o metían de su ubicación (una abrazadera al muro exterior cuando estaba en la hornacina interior o una estructura metálica con algunas viguetas de hormigón para sujetarlas al suelo al ser sacado del arco de la capilla). La operación, aparte de dificultosa, por la longitud de la cruz y el peso de la misma, ya no era posible con la colocación de las dos hornacinas mencionadas, sujetas a la pared, ya que el banco sí es móvil para posibilitar precisamente la labor de mover a la imagen del Cristo. La solución es una nueva estructura metálica donde se introduce la cruz, con ruedas para mover a la imagen, y que por la parte superior se sujeta a su vez a otra estructura metálica que queda por detrás del retablo, sujeta a los muros. Aunque la operación sigue siendo complicada, por las dimensiones ya aludidas, se elimina el riesgo para los hermanos que debían subirse a las escaleras, y la parte posterior del retablo permanece fija en el muro de la capilla.

La última fase es más reciente, y ha consistido en la colocación del arco superior que cierra el conjunto y enmarca la imagen del Cristo de las Siete Palabras y que ha culminado el retablo final y felizmente.

Aun cuando tras la celebración de sus cultos el pasado mes de febrero ya estaba instalada la estructura lígnea en su totalidad y las imágenes volvieron a la capilla con el retablo acabado en su talla, faltaba la cortina de cierre. Tras la Semana Santa ya se había colocado la cortina de fondo de la hornacina del Cristo, pero no fue hasta el pasado 25 de mayo cuando se bendijo, por el párroco y director espiritual, Carlos Coloma Ruiz, el nuevo retablo principal de la capilla que de esta forma daba fin al largo proceso iniciado en 2016 cuando dos hermanos contactaban con el diseñador para proponer lo que ya es una realidad.

A partir de entonces los hermanos y devotos pueden contemplar con la dignidad merecida y dentro de los cánones que se siguen en las hermandades sevillanas un retablo en donde las imágenes del Santísimo Cristo de las Siete Palabras, María Santísima de los Remedios y San Juan Evangelista reciben sus oraciones.

Queda rematar el proyecto con la ejecución de las sucesivas actuaciones previstas en el mismo, siempre dentro de las posibilidades de la hermandad y la colaboración de sus hermanos.

 

Rafael Jiménez Sampedro

El retablo ya acabado tras su bendición el 25 de mayo de 2023
Fotografía: Práxedes Sánchez.