El ajuar procesional de la Virgen del Rosario

Cada 1 de noviembre la Virgen del Rosario viste un conjunto de piezas artísticas que a su belleza aúna su antigüedad, lo que le confiere un interés especial y demuestra la acendrada devoción que la imagen ha tenido a lo largo de los siglos, y el buen gusto que ha mantenido la hermandad a lo largo de su historia.

Cronológicamente comenzaremos por su juego de orfebrería realizado por el orfebre José de Guzmán entre 1778 y 1780. Guzmán fue uno de los orfebres de ese nombre pertenecientes a la misma familia que trabajo en Sevilla a finales del siglo XVIII y comienzos del XIX. Era aprendiz de José Alexandre, aprobando como maestro platero el 13 de septiembre de 1769. Sus obras se documentan hasta 1801, y en ellas emplea el estilo rococó característico de la época. Se le conocen numerosos trabajos para dentro y fuera de nuestra ciudad, entre ellos el asta del estandarte de nuestra Hermandad Sacramental en 1798.

El juego de orfebrería de la Virgen del Rosario, está realizado en plata de ley. presentando una decoración de estilo rococó. La ráfaga se compone de dos piezas, como es usual. una para rodear a la cabeza y la otra, a su vez formada de otros dos segmentos, para el cuerpo. Ambos elementos tienen rayos plisados de diverso tamaño rodeándolos, labrados a una cara, aunque la ráfaga lo esté por las dos. La corona de la Virgen tiene canasto circular, y seis imperiales, rematados con una cruz alzada sobre el globo terráqueo, estando igualmente rodeada por rayos plisados. La del Niño Jesús tiene asimismo canasto circular, cuatro imperiales, v una pequeña cruz sobre la esfera terrestre rematándolo. En cuanto a la media luna, tiene un simpático perfil humano en su centro, yendo rematada en los extremos por estrellas ele ocho puntas. La imagen de Nuestra Señora del Rosario cuenta en la actualidad con este único juego de orfebrería, por lo que lo luce habitualmente tanto en su altar como en los cultos en su honor.

Respecto al ropaje de salida, fue ejecutado por el bordador Manuel María Ariza y procede de un legado testamentario de un hermano cuyos albaceas destinaron la cantidad a la ejecución del manto, saya y túnica del Niño Jesús. En 1900 el manto fue pasado a terciopelo rojo, más apropiado para la iconografía rosariana que el verde inicial, y en 1973 sufrió una desafortunada intervención que le añadió unas piezas y el escudo corporativo, para ser utilizado en exclusiva por la Virgen de la Cabeza el Miércoles Santo. Con el retorno de la Virgen del Rosario a su salida ordinaria en 2003 ambas imágenes lo utilizan tras haber sido pasado al actual soporte de terciopelo burdeos en 2001, intervención en la que se eliminaron los bordados añadidos. La saya y la túnica del Niño Jesús se conservan en su estado original, salvo el añadido de unas mangas y cíngulo, de las que carecía cuando le fue reintegrada a la hermandad en 1990, tras tres décadas en que permaneció en un domicilio particular.

El manto presenta una guardilla formada por motivos vegetales y florales, con tallos flotantes de pequeño formato entrelazados, su centro está tachonado con diversas florecillas con tallos rematados en caracoles, en una composición muy del gusto de la época. La saya está bordada sobre una malla de oro, colocada exenta sobre un tejido de raso blanco. Diversos motivos florales, entre los que destaca una rosa de gran realce en su parte central, componen su dibujo. Las mismas características presenta el vestido del Niño Jesús, aunque en esta ocasión los bordados están realizados directamente sobre el soporte, sin que exista una malla.

Con este conjunto artístico han venerado a la Virgen del Rosario generaciones de cofrades y hoy es motivo de orgullo y admiración de propios y extraños cada 1 de noviembre cuando recorre las calles de nuestra collación de San Vicente y con ellos será representada, Dios mediante, cuando se refleje su delicado semblante en el retablo cerámico que su hermandad le va a dedicar en la fachada de la parroquia próximamente.