Además de los habituales cultos en honor de Nuestra Señora de la Cabeza, con motivo del II congreso de hermandades y piedad popular, tuvo lugar la veneración al misterio del Santísimo Cristo de las Siete Palabras.
Arrancó el mes de diciembre en el seno de nuestra archicofradía y este año lo hacía de manera extraordinaria. Como cada año, coincidiendo con los días previos a la celebración de la festividad de la Inmaculada Concepción, Nuestra Señora de la Cabeza se disponía en su altar de triduo. En esta ocasión el equipo de priostía realizó un extraordinario montaje, enmarcando a la Santísima Virgen en un dosel con laterales enriquecidos con crestería dorada y cartelas plateadas y gotera bordada en oro. Además el exorno floral estaba compuesto de pin pon sitos, rosas spray, lisianthus, astromelias, esparragueras, eucalipto y pittosporum.
La cátedra, estuvo a cargo del Rvdo. P.D. fray José Manuel Granados Rivera, prior del convento del Buen Suceso y miembro de la Orden Carmelita, con la que nuestra corporación tiene carta de hermandad, el cual nos ilustró acerca de los diferentes dogmas relacionados con la Virgen María.
El día 7 de diciembre, amanecía la parroquia de San Vicente mostrando una estampa histórica. En el altar mayor, Nuestra Señora de la Cabeza era dispuesta a los pies del altar de cultos con objeto del solemne besamanos en su honor, mientras que en el trascoro se elevó el imponente misterio del Santísimo Cristo de las Siete Palabras, sobre un improvisado Monte Calvario. Esta veneración se enmarca dentro de la celebración del II congreso de hermandades y piedad popular celebrado en Sevilla del 4 al 8 de de diciembre. Durante toda la jornada, la parroquia se convirtió en un reguero de fieles y devotos que se acercaron a contemplar a nuestros sagrados titulares en una jornada que permanecerá para siempre en las retinas de los hermanos de la archicofradía.
El domingo 8, a las 11.00 horas, daba comienzo la solemne función en honor de Nuestra Señora de la Cabeza. Al igual que durante los días de triduo, fray José Manuel Granados Rivera, al cual tuvimos el inmenso honor de recibir como hermano de la corporación durante la eucaristía, fue el encargado de la celebración de la misma.
Tanto el besamanos como la veneración, se extendieron hasta última hora de la tarde del domingo, concluyendo así un diciembre que pasa a la historia de nuestra hermandad.
Fotografías: Alejandro Núñez y Alberto Raposo